¡Maestro, no dejes que pase esto! (T4-C3)

¡Maestro, no dejes que pase esto! (Temporada 4- Capítulo 3)

Resumen del capítulo: Este capítulo comienza en Cafarnaúm una vez Jesús y sus discípulos han acabado el duelo por Juan el Bautista (que ha sido ejecutado en el episodio 1 de esta temporada). En este capítulo se empieza a vislumbrar la preocupación creciente entre los fariseos del Sanedrín por las palabras y acciones de Jesús que se concreta en un edicto mandado desde Jerusalén a todas las sinagogas. Su objetivo: buscar testimonios que demuestren que Jesús incumple la Ley judía y que sus enseñanzas son anatema. La curación de Jesús a un ciego de nacimiento en Sabbat a las puertas de la sinagoga de la ciudad es la chispa que enciende la llama y el capítulo presenta un enfrentamiento entre Jesús y los fariseos que acaba en tragedia: Ramah, que volvía esta temporada con planes de boda con Tomás, es traspasada accidentalmente por la espada de Quintus y muere trágicamente al final de este episodio.

Referencias bíblicas: Tanto la curación de Jesús al ciego de nacimiento y su posterior interrogación por parte de los fariseos (Jn 9, 1-34) como el discurso de Jesús contra los fariseos (Lc 11, 29-53 o Mt 23 1-37) que se recogen en este episodio, son ciertamente dos pasajes bíblicos. Ahora bien, en la Biblia, ambos no están conectados en el formato causa-efecto que se propone en el episodio ni se sitúan en Cafarnaún, sino más bien en Jerusalén. Por otro lado, la muerte de Ramah a manos de Quintus, que es una de las escenas fundamentales de este episodio, es una licencia creativa de la serie que no sólo añade elementos dramáticos a la trama, sino que se utiliza para abordar de manera directa una pregunta teológica que todos nos hemos preguntado alguna vez: ¿Por qué Dios permite que ocurren cosas malas?

Reflexión: Probablemente este capítulo es de los más desconcertantes de la serie hasta ahora. Cuando parecía que Tomás y Ramah han encontrado una solución a su posible matrimonio y están planeando un futuro juntos, un accidente rompe de cuajo sus planes. Es curioso ver cómo esta muerte ha descolocado a muchos de los seguidores de la serie, mientras que la de Juan Bautista, igualmente injusta y caprichosa, no ha causado tanta sorpresa, por ser algo que “ya se sabía”. Así, en base a lo que ocurre en este capítulo, destaquemos tres elementos sobre los que vale la pena reflexionar más a fondo, yendo de atrás a hacia delante según la cronología del mismo:

  • Maestro, no dejes que pase esto, es la frase de Tomás a Jesús tras la muerte de Ramah. El hombre no está preparado para aceptar la pérdida y muchas veces se nos olvida que, a este lado de la eternidad, somos frágiles. Como dice el evangelio, ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? (Mt 6, 27) Lamentablemente, a fuerza de empeñarse o sencillamente por la imperfección del mundo, si hay mucha gente cuya vida se acaba antes de tiempo. El hambre, la guerra, los accidentes, las imprudencias, la naturaleza que nos rodea, el poder, el dinero, el desamor… sesga la vida de mucha gente antes de lo que Dios hubiera deseado. La fe nos permite mirar más allá y confiar, e incluso orar, para que esa persona que nos abandona pueda estar eternamente con el Señor, pero nuestra alma humana se rompe de dolor en la pérdida y muchas veces exige al Señor haberlo evitado. Como Tomás en el capítulo, no entendemos por qué ha ocurrido y nos cuesta entender que incluso de ese dolor, el Señor puede sacar un bien. Y tú, ¿cómo afrontas los duelos? ¿has tenido alguna pérdida cercana que te haya hecho cuestionar a Dios? Recuerda ahora a esos seres queridos y reza al Señor por ellos. Es su vida eterna lo que importa… y como dice el rey David al principio de este capítulo, es sólo una cuestión de tiempo. Y si con eso no te convences, no olvides que el mismo Jesucristo no ahorró ese trago a su madre y…claramente de esa muerte fue capaz de sacar un bien mucho mayor, para ella, para ti y también para mí.
  • Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado. Aunque el drama de este capítulo es la muerte de Ramah, lo que realmente es un drama es cómo los fariseos, conocedores y cumplidores de la ley de Dios, se ciegan por su cumplimiento y no son capaces de ver y reconocer a quien ellos mismos esperan. La letra pequeña, en este caso la de trabajar en sábado, no les dejan descubrir el gran milagro del Dios Creador encarnado en Jesucristo. En su cabeza no cabe un Dios amor que no respete la ley del sábado. Quizás a nosotros a veces nos puede pasar algo parecido… ¿nos esmeramos en cuidar detalles menores y nos olvidamos de lo importante? ¿Mantenemos la tradición, pero la vaciamos de sentido? ¿Interrogamos al “converso” que acaba de ver a Dios, pero no aceptamos sus respuestas porque no encajan en nuestros esquemas? Seguro que te vienen a la mente situaciones como estas en tu día a día.
  • Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver. Realmente este milagro no es una curación, es una nueva creación. El Señor trabaja la tierra con su saliva y vuelve a “crear” de cero los ojos de este ciego de nacimiento para que vea. Esta interpretación de ese milagro lo hace enormemente especial, porque es el mismo poder creador de Dios el que se manifiesta aquí de manera pública. (recordemos que hasta ahora los milagros de Jesús siempre habían sido de curación de enfermedades y los fariseos lo tildaban de curandero). Obviamente, hacerlo delante de los fariseos que siguen ciegos ante lo que Él les muestra no deja de tener cierta ironía…De nuevo, la respuesta que da al ciego a los fariseos al ser interrogado en el capítulo es muy parecida a la que le dio, en la temporada 1, María Magdalena a Nicodemo: “Yo sólo sé una cosa: que yo era ciego y que ahora veo”. De nuevo, es el encuentro personal con Jesús lo que cambia la vida…aunque a veces no sepamos nada más… Sabes dónde está, ¿no? En el sagrario te espera.

Conclusión-Oración: Te damos gracias Señor por el cielo que nos tienes preparado y que con tu muerte nos abriste. Te pedimos que nos permitas tener fe y esperanza en la vida eterna y podamos, en este lado de la eternidad, disfrutar y compartir tu presencia que nos consuela, incluso en los momentos más oscuros.


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