Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia. (Ef, 5, 25)
Hacía tiempo que no íbamos a una boda y hace poco hemos disfrutado de una preciosa en nuestro querido San Bartolo, que nos ha tocado el corazón. Música muy de cine, introducciones muy cuidadas, lecturas bien elegidas y sobre todo… una homilía con un mensaje claro y contundente, pero “cortito y al pie”, que nos ha hecho mirar atrás y saborear el camino que hemos recorrido desde el día de nuestra boda allá por 2006. ¡Muchas gracias don Diego!
La esencia de esa homilía la hemos transformado en el diseño de este mes, y busca resumir cómo debería ser el amor en el contexto de un matrimonio católico. Spoiler, debe ser un amor equivalente “a como Cristo ama a su Iglesia”. En ese contexto, ese amor tiene tres características fundamentales:
- Es un amor gratuito (free). Amor gratuito significa amor inmerecido. Amor que se da aun cuando no se recibe nada a cambio, que se regala aun cuando la respuesta es la indiferencia. Aunque haya días donde cueste amar al otro porque parece que no lo merece, el sacramento nos recuerda la promesa hecha ante Dios y nos da la fuerza para que nuestro amor no espere recompensa. A medida que perdemos esta conciencia de gratuidad, empezamos a llevar las cuentas de nuestras “deudas” mutuas… y nuestro “yo” pesa más que el “nosotros”.
- Es un amor entregado (committed). Amor entregado significa salir de lo que yo quiero y optar por lo que mi matrimonio necesita, aunque no siempre sea la opción más cómoda. En una sociedad donde el gran problema es que hemos pasado de que cada padre tenga cuatro hijos a que cada hijo tenga cuatro padres, el amor entregado nos llama a formar una familia, a educar a nuestros hijos en la fe y mostrarles con nuestra vida la calidez del amor de Dios, incluso en los momentos difíciles de la vida, que los habrá. A medida que perdemos esta conciencia de entrega, empezamos a mirar solo a nuestras “tareas”… y nuestro “yo” pesa más que el “nosotros”.
- Es un amor eterno (eternal). Amor eterno significa amor que no caduca, que no se pone plazos. Aunque es cierto que el amor en el matrimonio va madurando y va pasando por diferentes etapas más o menos intensas, amar eternamente es la única manera de amar sin condiciones, sin miedo al compromiso. Pensar en el matrimonio como un contrato temporal, nos lleva a estar siempre midiendo sus pros y sus contras, a ir siempre con el freno de mano echado y no abandonarnos a la providencia de Dios. A medida que perdemos esta conciencia de eternidad, empezamos a mirar solo al “por ahora”… y nuestro “yo” pesa más que el “nosotros”.
Como ves, es un diseño sencillo pero lleno de significado para conseguir que el «nosotros» del matrimonio pese más que nuestro yo individual, de modo que podamos hacer realidad lo que nos dice el Señor de que «ya no son dos, sino una sola carne» (Mt 19, 6). ¿Ves? como te anunciábamos, cortita y al pie.
Encuéntralo en nuestra tienda online y compártelo con tus matrimonios cercanos para que sigan dejando que el amor de Dios siga siendo ejemplo de su amor conyugal.
#teatrevesalucirlo
Descubre más desde Yaltercerdia.com
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
