¡Señor, no soy digno! (Temporada 4- Capítulo 4)
Resumen del capítulo: Este capítulo enlaza directamente con el final del capítulo anterior (la muerte de Ramah) y va mostrando las diferentes reacciones ante el suceso y ante la situación tan desamparada en la que queda Tomás. Como únicamente el tiempo será capaz de ayudar a Tomás y al resto de discípulos a superar la pérdida, este capítulo sirve de “avance rápido” de unos cuantos meses de predicación de Jesús donde se ve cómo más y más gente se le va sumando, y donde poco a poco Tomás va aceptando la pérdida de Ramah, aunque siga estando bastante pusilánime. La muerte de Ramah también tiene consecuencias para Quintus, que se ve destituido de su puesto de pretor y para Gaius, que se convierte en su sucesor.
Con este capítulo Jesús pone fin a su predicación en Cafarnaúm y empieza a planear su subida a Jerusalén. De hecho, en este capítulo se incluye el primer anuncio que hace Jesús de su pasión y muerte… y los discípulos no se enteran de nada. El capítulo culmina de manera preciosa con la conversión de Gaius, pidiendo al Señor la curación de su hijo enfermo desde la humildad y contrasta con la petición de Juan y Santiago pidiendo poder estar sentados a la derecha y a la izquierda del Señor en su Reino.
Referencias bíblicas: Dado que la muerte de Ramah es una licencia creativa de la serie, todas tus derivadas no son episodios bíblicos. Lo que sí son referencias bíblicas válidas en este episodio son el anuncio de Jesús de su pasión y muerte antes de subir a Jerusalén (Mc 10,33 o Mt 20,18), la petición de Juan y Santiago (Mc 10-34) o de su madre (Mt 20, 20-27) de un puesto de privilegio al lado del Señor y la dura respuesta del Señor y, por supuesto la curación del siervo del centurión (Mt 8, 5-13).
Reflexión: La dureza del duelo de Ramah con el que comienza el capítulo va poco a poco disipándose con ayuda del paso del tiempo, aunque para Tomás será una herida que le lastre durante toda esta temporada. Con este dolor de fondo, en el capítulo hay tres elementos que corren en paralelo y que confluyen en el cierre del capítulo con la escena del abrazo entre Gaius y Jesús.
- Los aires de grandeza de Santiago y Juan reclamando su puesto de privilegio. Es una petición que se ha ido poco a poco cocinando desde que a Simón le da la misión de ser Pedro (la piedra) en base a los méritos que han ido acumulando Santiago y Juan en el seguimiento de Jesús. Nuestro corazón humano suele esperar cierta meritocracia en cualquier organización en la que pertenezcamos y cuando no es así, solemos pensar que es una asignación por enchufe o amiguismo. ¿Cómo llevas tú los aires de grandeza en los grupos católicos en los que trabajas? ¿Te sientes valorado? ¿Qué tipo de recompensa es la que pide tu cabeza y tu corazón? Quizás vale la pena releer despacito la respuesta del Señor a Santiago y a Juan a ver si también me vale para mí…
- La humildad y la fe de Gaius, que se ha construido “a pocos”, para pedir a Jesús la curación de su Hijo. Con esta escena se culmina la historia de Gaius, que se ha ido forjando desde la temporada 1 con su relación con Mateo y a partir de la temporada 3 con su relación con Simón. Desde la distancia ha ido viendo lo que Jesús hacía en la gente y en cómo había cambiado la vida de los que había ido llamando. El análisis racional de esos hechos le había llevado a creer en Él y acercarse a Él, con toda humildad, para pedir la curación de su hijo. “Señor, no soy digno” es una declaración de fe y humildad tan poderosa que la usamos todos los domingos antes de ir a comulgar. ¿Sabías que viene de este encuentro? ¿Te imaginas las caras del resto de discípulos al ver al Pretor arrodillado delante de Jesús? La derivada de esta declaración de fe y humildad está vinculada al poder de la oración de mediación. Al fin y al cabo, el centurión estaba pidiendo por su siervo. (hay que reconocer que el “affaire” de Gaius es una buena manera de aunar en un único hilo las dos curaciones similares que hay, la del siervo del Centurión en Lucas (Lc 7, 1-10) y la del hijo del funcionario real de Jn 4,43-54). De hecho, la vertiente mediadora de este capítulo está desarrollada en este diseño.
- La falta de entendimiento, todavía, de la misión del Señor en la tierra. La cara de desesperación de Jesús con sus discípulos al abandonar Cafarnaúm es como la de ese profesor cuando ha explicado algo repetidas veces y los alumnos siguen sin cogerlo o la de ese padre o esa madre cuando, otra vez su hijo reincide en algún gesto feo. Yo a veces también me la imagino cuando voy a la confesión y he vuelto a caer en los mismos pecados que las últimas x confesiones. ¿Seré yo al único que le ocurre? Qué bonita es la última escena del capítulo cuando es Gaius, feliz ya por ver sanado a su hijo, el que con toda la ternura posible (mano en la cabeza incluida) consuela a Jesús, que no sólo parece desesperado por la falta de entendimiento de sus discípulos sino también por la dureza que le espera a la vuelta de la esquina (dejo la escena de la prensa de aceite para la siguiente temporada). Es la primera vez en toda la serie donde es Jesús quien recibe el abrazo y no quien lo da. Este abrazo nos invita a poner en práctica la bonita tradición de consolar al corazón de Jesús por todos los agravios que sufre, con alguna de las múltiples oraciones que existen de dicha devoción, porque sí, también sufre cuando ve que nos apartamos de Él. Creo que esta canción de Hakuna (Dime Padre) lo expresa de manera excepcional.
Conclusión-Oración: Te pedimos Señor que nos des humildad, humildad con mayúsculas para sabernos pequeños ante tu grandeza, pero también para aceptar nuestra fragilidad, en un mundo que justo pregona lo contrario, donde se nos incita a aparentar y lucir nuestros éxitos, donde se nos invita a aspirar a los reservados y los pases VIPs y donde nosotros mismos y nuestras fuerzas son la base de nuestros logros. Te pedimos que como Gaius, no solo seamos capaces de arrodillarnos ante ti, que te nos das en la Eucaristía todos los días, sino que también como él, sepamos consolarte ante los numerosos agravios que sigues sufriendo hoy en nuestros días.
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