Y se volvieron dando gloria y alabanza a Dios (Lc 2, 20).
Con este diseño del mes de junio queremos reflexionar sobre uno de los himnos litúrgicos, probablemente de los más bellos, con el que damos gracias a Dios como Santísima Trinidad y reconocemos su grandeza. ¿Sabes de qué oración estamos hablando? Efectivamente, se trata del Gloria. Aunque ahora lo rezamos casi todos los domingos en la eucaristía, sólo es así desde el siglo XI, y eso, que su composición original data del siglo II-III.
Pero, ¿qué implica “dar gloria a Dios”? Fundamentalmente reconocer su grandeza, su majestad y su omnipotencia… desde el amor misericordioso que ha tenido con nosotros, enviándonos como redentor a su hijo Jesucristo. Es decir, es reconocer y anunciar que nuestro Dios no es sólo un Dios creador todopoderoso, (que podrían decir también otras religiones) sino que es también un Dios Padre misericordioso… que, de hecho, es justo lo que nos dice el versículo de Lucas que hicieron los pastores tras ver a Jesús encarnado.
Como bien cantan Camilo y Evaluna, la gloria de Dios no es algo etéreo, sino que es un regalo de Dios misericordioso, («la Gloria de Dios maneja mi vida con hilos de amor que puso en mi alma y me lleva hasta Él») que se hace presente en nuestras vidas en cosas muy concretas («en la Gloria de Dios tendré el descanso para mis pies, con su manto mi frío desaparecerá y descansaré” ) y a la cual, todos estamos invitados a responder (“de la Gloria de Dios vendrá bendición y abundante pan, para ti, para mí y para quien quiera venir a la Gloria de Dios”). Nota: Vale la pena que dediques unos minutillos a escucharla antes de seguir leyendo, porque realmente esa canción comparte ciertos elementos con la oración del Gloria.
Así en el Gloria, primero nos situamos delante de Dios para reconocer su grandeza “Por tu inmensa gloria, Te alabamos, Te bendecimos, Te adoramos, Te glorificamos, Te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre Todopoderoso”, luego nos dirigimos a Jesucristo, como su único Hijo al que agradecemos su amor redentor (y todas sus bendiciones) hacia nosotros “Señor Hijo Único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre, Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestras súplicas, Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros, y finalmente le reconocemos cómo el único Señor de nuestra vida, desde su naturaleza trinitaria, “porque solo Tú eres Santo, solo Tú, Señor, solo Tú, Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo en la Gloria de Dios Padre. Amén.
Siempre me ha llamado la atención esta triple repetición y me ha encantado descubrir que las dobles o triples repeticiones en la Biblia (lo que se llama el superlativo hebraico) suelen significar plenitud. Así pues, esta última triple repetición (solo Tú = Only You) es la protagonista absoluta de este diseño porque ésta es la clave para nuestra vida: Sólo en Dios y a través de Él, nuestra vida acaba teniendo sentido. Hemos querido reforzar este mensaje con tres elementos muy sutiles de este diseño:
- El primero, con su cromatismo, que se asemejan a los de ese buscador de internet donde buscamos todo lo que queremos encontrar. Así es Dios. en Él encontraremos todo lo que buscamos para ser felices.
- El segundo, es un guiño a la Trinidad, incorporando uno de sus «logos» habituales, la de un círculo, que expresa plenitud y tres hojas entrelazadas que representan al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como la «O» del «Only you».
- El último, con un homenaje a la Eucaristía, en forma de pan y vino, que nos ayuda a tener presente que Jesucristo se queda en ella para guiarnos hacia su gloria eterna.
Espero que si has llegado hasta aquí, la próxima vez que recites o cantes el Gloria lo hagas con otros ojos. Una pequeña confesión: Desde que he entendido el sentido de este himno, me encanta comenzar con un Gloria mi oración tras la comunión, para pedirle al Señor, al que acabo de recibir, que Él sea el centro de mi vida durante la semana.
#teatrevesalucirlo
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