La llamada de Simón Pedro. (Temporada 1- Capítulo 4)
Resumen del capítulo: En los capítulos anteriores se nos ha presentado ya a Simón (Pedro) y a su hermano Andrés como dos pescadores de Cafarnaúm que intentan ganarse la vida como pueden y que tienen deudas contraídas con Roma, (que gestiona el cobrador de impuestos, Mateo). Estas deudas obligan a Simón a pescar toda la noche, sin éxito al que se le unen para ayudarle tanto su hermano Andrés, como Juan y Santiago, los hijos del Zebedeo. Al amanecer cuando están recogiendo se le presenta Jesús en la orilla y le pide que vuelva a echar las redes. Entonces ocurre, y las redes se llenan de peces hasta el punto de casi hundir la barca.
Referencias bíblicas: La elección de los doce se recoge de alguna manera en los cuatro evangelios pero este capítulo de la pesca milagrosa vinculada a la llamada de Pedro, Andrés, Juan y Santiago únicamente se recoge en el evangelio de San Lucas (Lc 5, 1-11). Curiosamente hay otro pasaje de una pesca milagrosa en el evangelio de San Juan (Jn 21, 1-14) que ocurrirá con Jesús ya resucitado y precede a las tres preguntas que el Señor hace a Pedro para redimirle de sus tres negaciones. (Jn 21, 15-18)
Reflexión: Entender el contexto plausible de la situación de desesperación de Pedro en este capítulo nos permite extraer tres reflexiones que podemos trasladar a nuestra vida de manera muy directa:
- Pedro está tan preocupado de sus problemas que no acepta que el Señor pueda resolverlos. Pedro sólo ve sus problemas y no ve salida en la encrucijada de su vida. Se ha buscado la vida incluso con “malas artes” para intentar salir al paso y no ve posible que nadie salvo él (ni siquiera el Mesías) pueda hacer algo al respecto. Sólo se mira a sí mismo. Se ha olvidado de confiar en Dios, se ha olvidado de contar con Dios. Se siente abandonado e incluso cuando su hermano Andrés le habla del Señor, le ignora. ¿No es cierto que hay muchas veces que vemos que nos fallan las fuerzas, que no somos capaces de afrontar las cruces de nuestra vida y que nos sentimos solos? ¿Cómo reaccionas en esos casos?¿Te dejas ayudar o te encierras aún más en tus “movidas”? Dejar las cosas en manos de Dios permite ver la mano de Dios en todas las cosas, pero es algo que exige confianza. (de hecho, a mí me cuesta horrores). Si Dios quiere, la solución llegará y además, en muchos casos, será de la manera más inesperada. Sin embargo, hay veces que estamos tan concentrados en mirarnos el ombligo que se nos pasa la solución por delante y no la prestamos atención. ¿Cuál es tu ombligo que requiere toda tu atención? ¿Eres capaz de salir de ti cuando estas orando sobre ello al Señor para estar atento a tu alrededor?
- Pedro asume que tiene todas las respuestas. La frase clave de este pasaje, cuando Jesús le pide que vuelva a echar las redes, está recogida de manera magistral en este capítulo y se resume en la foto que acompaña a este entrada. La cara de Pedro parece decir ¿Cómo éste (léase despectivo) va a saber más que yo (léase en mayúscula) que llevo pescando toda mi vida? Cuantas veces esa es nuestra actitud ante nuestro hermano, ante otra opinión, incluso ante otro carisma dentro de la Iglesia. Yo sé más que tú. Tú no me vas a enseñar nada… no es solo prepotencia sino a veces incluso, falta de respeto ¿Te ocurre muy a menudo esta falta de humildad ante tu hermano, ante otros más jóvenes que tú (que tratas de juniors) o ante otros más viejos que tú (que tratas de «viejetes»)? Como bien resume el padre Álvaro Lobo sj aquí: “Creer implica humildad. Aceptar que somos frágiles y que no lo sabemos todo. Creer también implica dudas, de lo contrario no sería creer. Aunque las dudas no nos gusten, suelen ser la mejor señal de que nuestra fe es sana, porque si solo hay certezas absolutas, eso no invita a seguir buscando y creciendo” .¿Cuáles son tus dudas de fe?¿Te hacen más fuerte o te hacen más débil?
- Ante la grandeza de lo sucedido, Pedro es consciente de su “impureza”. El milagro le abre los ojos y se da cuenta de toda su arrogancia, de todos sus errores y se siente completamente indigno ante el Señor. Este reconocimiento de impureza ante el Señor es un sentimiento que poco a poco se ha ido perdiendo en nuestra sociedad hoy hasta el punto de normalizar, justificar o legalizarla, fruto en muchos casos de vivir de espaldas a Dios y en otros por “pecaminizar” de más algunos ámbitos de nuestra vida. ¿Hay partes de tu corazón o de tu vida donde esta impureza la tienes blanqueada? ¿Eres capaz de reconocerte pecador? ¿Eres capaz de reconocerte frágil? Es verdad que en esta escena hay un milagro de por medio, pero ¿eres capaz de reconocerte pecador ante el milagro de la Eucaristía, que ocurre todos los días ante tus ojos?
Conclusión-Oración: Pedro nos enseña en este capítulo a no ser tibios en nuestras acciones y sobre todo a practicar la virtud de la obediencia hacia el Señor, incluso cuando no entendamos todo. Pidamos al Señor que aumente nuestra fe y respeto hacia Dios para que podamos ser como Pedro y le digamos “Señor, en tu nombre echaré las redes”.
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